Las 5 emociones.

Al igual que los climas existen dentro de las estaciones, las emociones son las fuerzas principales dentro de la psique humana. Todos experimentamos momentos de ira, alegría, preocupación, tristeza y miedo en el curso de nuestra vida diaria. Estas emociones son a menudo apropiadas. Es natural sentir rabia cuando estamos frustrados, felicidad cuando estamos satisfechos, reflexionar cuando dirigimos la atención hacia el interior, estar tristes tras una pérdida y asustados ante el peligro.

Sin embargo, cuando alguno de estos estados domina nuestra experiencia interna o nuestro comportamiento externo, ello interfiere con la conducta de nuestra vida diaria y altera el suave fluir del Qi o energía. Las cinco emociones se asocian con las cinco fases. En exceso, estas emociones generan desequilibrio.

El miedo hace que la energía se hunda; la base cae. Cuando la supervivencia se ve amenazada, uno se queda petrificado por el terror y pierde el control. Como en el amenazante frío de invierno, la persona se siente helada de miedo.

La ira hace que la energía ascienda; tiende a inflamarse y a descargarse como una explosión repentina, como las tormentas ventosas de primavera, imprevisibles e intensas.

La alegría provoca la dispersión de la energía; tiende a disiparse y a perderse. Un exceso de alegría, como el intenso calor del verano, puede dejar a una persona mareada y débil, seca y extenuada.

La preocupación hace que la energía baje; el movimiento perezoso lleva al estancamiento, y uno se vuelve holgazán e inactivo, como la humedad opresiva de final del verano, lento y torpe.

La tristeza hace que la energía se detenga; tiende a limitar y encerrar. Aprisionado en el pesar, uno se aísla de la vida; como las hojas muertas de otoño, los sentimientos se marchitan y la motivación se desvanece.

Las emociones son inmateriales y sin embargo palpables. Aunque, o porque, se experimentan interiormente, son difíciles de definir y catalogar. Sin embargo tienen efectos profundos intangibles. En medicina china se consideran una de las principales influencias en la salud y en la enfermedad.

El viento y la ira dañan particularmente el hígado, el calor y la alegría el corazón, la humedad y la preocupación el bazo, la sequedad y la tristeza el pulmón, y el frío y el miedo el riñón.

Los alimentos y las emociones

¿cómo te has sentido con unas cuantas copas?, seguro que más desinhibido; y ¿cuando tienes mucha hambre?, posiblemente morderías a cualquiera; y ¿si te quitan el café del desayuno?, a lo mejor te tachan de “seta” por no dar ni los buenos días; y ¿la irritabilidad los días antes de la regla?

Nuestro cerebro es muy sensible a la presencia o ausencia en la sangre que lo nutre de ciertas sustancias: alcohol, cafeína, la falta de glucosa o los estrógenos.

Las neuronas son las células de nuestro cuerpo más exigentes y más “gastadoras”, para trabajar correctamente necesitan glucosa, oxígeno, vitaminas, minerales y aminoácidos, y no toleran las porquerías (los tóxicos y las toxinas).

Nuestras respuestas emocionales residen en la amígdala del sistema límbico situado en la zona central del cerebro que rodea el tallo encefálico. Cuando estamos atrapados por el deseo o la rabia, cuando el amor nos enloquece o el miedo nos hace retroceder, nos hallamos en realidad bajo la influencia del sistema límbico.

Las personas con lesiones en la amígdala tienen alterado las emociones o carecen de ellas.

Aunque normalmente controlamos con la mente la salida de los estados emocionales, en ocasiones las respuestas emotivas son tan rápidas que nuestro cerebro pensante (neocortex) no tiene tiempo de actuar.

Tanto nuestro sistema límbico como nuestro neocortex están compuestos de millones de células que son alimentadas por la sangre. La calidad de la sangre depende de la alimentación y del funcionamiento de los sistemas de asimilación, transporte y eliminación. Por lo tanto el equilibrio emocional depende entre otros factores del equilibrio alimenticio. Por ejemplo, algunos aminoácidos procedentes de las proteínas dan lugar a neurotransmisores (agentes de la comunicación entre las neuronas); otros a neuropéptidos, que modulan estos intercambios de información; sin cinc carecemos de olfato; el desequilibrio de ácidos grasos perturba la visión; sin glucosa no hay energía; sin sodio no hay transmisión nerviosa.

Es curioso ver cómo cambia el carácter cuando se cambia de dieta. Hace mucho más una buena dieta que algunos tratamientos psicológicos; en todo caso son dos herramientas que se apoyan mutuamente. No hay que olvidar que somos un todo y que tratar por un lado el cuerpo y por otro las emociones no puede dar buenos resultados.

En la medicina oriental, los aspectos físicos, emotivo y mental son inseparables.

Las cinco emociones principales, miedo, ira, alegría, compasión y aflicción, están ligadas a la energía de los cinco elementos, agua, madera, fuego, tierra y metal.

Cada emoción corresponde a la más característica del ser humano en las distintas etapas de su desarrollo: el miedo al nacer, la ira o fuerza vital del bebé, la alegría del adolescente, la acción decidida y compasión del adulto y la desposesión y la aflicción del anciano.

Los cinco elementos y las emociones.

El miedo surge cuando la supervivencia se ve amenazada. Un hombre poseído por el miedo sólo puede pensar en escapar. Su vida está dominada por la expectación de la amenaza, por la cual se aísla y se esconde del mundo. Se vuelve furtivo y suspicaz, no confía en nadie y prefiere quedarse solo.

Es el ermitaño, el vagabundo y el solitario. Anticipa lo peor, imaginando calamidades y desastres acechando a cada esquina. Vive bajo la nube de la fatalidad y el pesimismo. Crítico y cínico, cree que el mundo es fundamentalmente cruel, peligroso y hostil.

Entre la gente se mantiene reservado. Su aislamiento puede finalmente desconectarlo de la vida, dejándolo frío y duro como una piedra, impenetrable y desprovisto de ánimo.

Debido a este endurecimiento, tiende a desarrollar artritis, sordera y senilidad. 

El miedo sano es la conciencia de nuestras propias limitaciones de habilidad, fuerza, circunstancias…, está relacionado con el valor y la voluntad y nos permite reconocer el peligro, y de cara a éste reaccionar apropiadamente.

Está relacionado con el elemento agua. Las deficiencias de energía de los riñones y la vejiga llevarán a la temeridad o a la timidez excesiva.

El miedo contrarrestar la alegría y es contrarrestado por la compasión y genera ira.

Mucha sal en la dieta, muchas proteínas o complementos minerales en exceso pueden bloquear la energía renal y acentuar el sentimiento de miedo o estimularlo demasiado produciendo temeridad (excesiva valentía).

Cuando la ira predomina, una persona se altera fácilmente por las frustraciones y obstáculos, incapaz de controlar adecuadamente sus sentimientos. La persona es volátil, y se comporta caótica e impulsivamente. Oscila entre el interés apasionado y la indiferencia apagada. Estas emociones inestables y las reacciones imprevisibles son el resultado de la circulación desigual del Qi y de la sangre, que generalmente crean un estado de tensión generalizada.

Este tipo de persona lleva a menudo una doble vida. Generalmente practica una tremenda autodisciplina para mantener la compostura y el control sobre sí misma. Pero cuando el estrés aumenta, o cuando se relaja y pierde las inhibiciones, puede explotar de rabia o caer en un comportamiento irreflexivo e impulsivo. En el trabajo puede ser entregado, extrovertido y eficaz, pero durante el fin de semana, tras unas pocas copas, puede ”perder los estribos ” y “montar en cólera”. Tiende a sufrir problemas como úlceras, hemorroides y migrañas.

La Ira, representa el instinto natural de llegar a ser algo, de vivir, de desarrollarse combatiendo las limitaciones ambientales de la misma forma que una planta se impulsa a sí misma a brotar a través de la tierra hacia la luz, o un polluelo rompe el cascarón. Sólo un crecimiento y desarrollo individual adecuados pueden engendrar la firmeza y la confianza en uno mismo que unidas constituyen la alegría.

La ira es contrarrestada por la aflicción y contrarresta a la compasión. El elemento asociado a la ira es madera.

El hígado se encarga de la eliminación de tóxicos. Una alimentación cargada de tóxicos, alimentos fritos, grasas, exceso de alimentos, etc, produce irritabilidad e intolerancia que se manifiestan con gritos, excitación y nerviosismo. A veces esos nervios son internos y crean estados de ansiedad que se manifiestan con malas digestiones y a veces con úlceras.

La alegría. Cuando el placer se convierten en el principal objetivo de la vida de una persona, ésta se vuelve incapaz de mantener su reserva de energía. Busca la gratificación en cada momento y llega a agotarse, impulsada a una búsqueda permanente de más estímulos. Parece divertida y aromática, pero en realidad es incapaz de mantener su interés y excitación sin apoyos externos y la atención de la otra gente. Le desagrada estar sola.

Sin compañía se siente sin vida; acompañada revive. Tiende a la ansiedad, al insomnio y a sentirse desesperada. Su facilidad para excitarse se manifiesta como risa nerviosa, locuacidad, atolondramiento y charlatanería. Ese tipo de persona disipa su energía viviendo a mil. Cuando no está eufórica, está decaída. Su alto nivel de actividad le provoca un metabolismo acelerado que puede tomar la forma de hipoglucemia, anorexia o esquizofrenia. Esas son las manifestaciones del calor. De hecho, la persona se siente a menudo confundida, desconcertada e inquieta.

La alegría de vivir depende del elemento fuego. Una sobrecarga en las energías del corazón, intestino delgado, triple recalentador y maestro corazón, se manifestará en forma de euforia con ciertas manifestaciones de histeria, con risas y palabras demasiado efusivas y a destiempo. Mientras que una falta de energía produce tristeza (falta de alegría), ansiedad y dificultad para hablar.

En el ciclo generativo la alegría es la madre de la compasión y en el ciclo de control es contrarrestada por el miedo.

Los alimentos que alteran la circulación de la sangre influyen en esta emoción. Carnes rojas, huevos, lácteos, grasas y sal  bloquean el sistema cardiovascular, el corazón trabaja en exceso y nos puede llevar a la arrogancia.

El exceso de alimentos expansivos como frutas, drogas, alcohol, excitantes y vitaminas de síntesis debilitan los órganos del elemento fuego y nos puede llevar a una sobreexcitación que alternaría con estados de tristeza.

Preocupación. Cuando una persona es exageradamente reflexiva y contemplativa, fácilmente se obstina en pensamientos e ideas preocupantes. A menudo se atormenta con su fijación por los detalles y se queda atrapado en un pensamiento circular del que no hay escapatoria. Su actitud hacia la vida puede volverse obsesiva hasta el punto de ser incapaz de albergar pensamiento o experiencias nuevas. Tranquila pero sombría, segura pero triste, tiende a la apatía y al aburrimiento.

La gente se apoya en ese tipo de persona porque inspira confianza, es comprensiva y sabe cuidar. Sin exigencias de trabajo y de responsabilidad por parte de otros, se vuelve inactiva. En este estado su energía se queda estancada y le ocasiona problemas de digestión, pesadez y debilidad.

La compasión o sentimiento de “incluir el ambiente como parte de uno mismo” o aceptar al extraño y hacerlo cosa propia, la perspicacia y la comprensión del saber hacer lo propio en cada momento, de actuar con decisión, está ligada a los órganos del elemento tierra. Una alteración del bazo-páncreas o del estómago conduce a la duda y a la desconfianza o a demasiada perspicacia y desconfianza.

La compasión contrarresta el miedo, es contrarrestada por la ira y engendra aflicción.

Los alimentos que hagan fluctuar bruscamente el nivel de glucosa en la sangre como el azúcar o los dulces nos pueden acentuar la duda y a preocuparnos demasiado.

Demasiado bollería, alimentos muy concentrados, y los que aumentan la acidez estomacal, pueden paralizar nuestra acción.

La Tristeza. Cuando la tristeza prevalece, la persona se aísla y se defiende del placer del vínculo y del dolor de la pérdida. Dispone su vida con el propósito de evitar el riesgo y los caprichos de la pasión. Puede volverse posesiva, codiciosa y dominante en su esfuerzo por controlar su entorno. En su afán por autoprotegerse puede mantenerse demasiado apartada e inaccesible a la verdadera intimidad. Suele despreciar a la gente que considera sentimental e indisciplinada y se siente incómoda cuando se manifiestan las emociones. Se muestra tensa, educada y escrupulosamente compuesta. Sin el orden estricto de su vida cotidiana, esta persona se vuelve completamente vulnerable y amenazada. Lo suyo es el exceso de control que se manifiesta como asma, estreñimiento y frigidez. Evita la excitación y los sentimientos.

La aflicción o pesar, emoción positiva que sentimos en la separación está ligada con el elemento metal. Con un equilibrio adecuado ésta emoción nos permite soltarnos a tiempo y a aceptar los desprendimientos. Su manifestación es el llanto. El bloqueo de residuos en el intestino grueso puede llevar a la resistencia a experimentar una pérdida, mientras que la falta de energía en el elemento metal lleva a la disminución de la capacidad de análisis, y con ella a la peor de las depresiones, la de los suicidas (total desapego de uno mismo).

La aflicción es contrarrestada por la alegría y contrarresta la ira.

La falta de alimentos vegetales, la falta de fibra y exceso de productos animales, dificultan las labores de eliminación intestinal y nos pueden producir demasiado apego a las cosas o a las situaciones. El exceso de alimentos expansivos como los dulces o demasiados alimentos crudos debilitan este elemento y pueden llevar nos al abatimiento.

La información que publicamos en nuestro Blog es de la bibliografía que usamos para el desarrollo del software SowenPoint.

Bibliografía:

  • Entre el cielo y la tierra. (Harriet Beinfield, Efrem Korngold).
  • El Equilibrio a través de la alimentación. (Olga Cuevas Fernández).
  • Los secretos eternos de la salud. (Andreas Moritz).
  • Salud Holística con la Macrobiótica.(Michio Kushi con Eduard Esko).
  • Fundamentos de Bioenergética. (Carlos Nogueira Pérez).
  • Tratado de sanación en el arte del soplo. (José luis Padilla Corral).
  • El gran libro de la medicina china. (Li Ping).